Tú que traes la tranquila nieve
la escondida niebla de las quebradas
la brillante piel de retazos andinos
los peñascos atónitos
y las pendientes nunca dominadas
Tú hecha en la garganta de América
dormida con toldo de cóndores y nubes
soñando una ciudad incendiada de blanco
y anhelando caballos que corren por pasajes estrechos
Ahora que de los Andes bajas
trayendo tejados rojos en las pupilas
para ver la lucha exacta de arena dormida y espuma marina.
Ahora que de los Andes bajas
trayendo los caminos descalzos
las palabras en la boca
los bolsillos llenos de juicios
las cerraduras
y las cerraduras
espesas como manto vegetal
como vello púbico intocado
o como mares que no se navegan
Contéstame si nudos
se han venido a desatar al trópico
si es tiempo que una mirada te calce los pies
y te desnude las manos
Respóndeme
de cofres y cadenas
de baúles como casas inmensas
de tesoros de suavidad general
con escondidos candados de piel
de altares y de mar
de las cerraduras
y las cerraduras.
Félix Salvador
Poema que puede estar inserto en cualquier lugar de América a una mujer que pueden ser muchas mujeres, las que se niegan y se mutilan, a las que cambian de espacio pero siempre se llevan.
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