Madre solo hay una

estudiante mayor
Semejante al éxodo en el desierto narrado por un popular libro, todos los días un sinnúmero de personas se mueven (¿lo vivirán acaso?) a las instalaciones del centro de estudios. La diversidad es obvia, género, condiciones socioeconómicas pero sobre todo… la edad.

Las “cosas de la vida” –entiéndase amarres irracionales, dependencias psicológicas, matrimonios tardíos, arrastres de materias o abandono de la carrera por vagancia y otros “problemas”- provoque que mucha gente tenga un irregular paso por la universidad a tal punto que existen “mamás”, “papás” e incluso abuelos quienes hacen un esfuerzo (¿lo harán?) para lograr eso que, dicen, tan importante para ellos pero no lo suficiente para posponer sus otros planes de vida.


Hasta aquí no hay problema, es decir que no hay que decir “de esta agua no he de beber” porque a cualquiera puede pasarle alguna verdadera desgracia, lo curioso es que estos “papás”/“mamás”… ¡en verdad creen que tienen algún derecho sobre los demás! ¡Juran que a ellos se les debe más respeto que a cualquier ser humano por el simple hecho de haber nacido antes! ¡Pretenden asumir roles protagónicos y ni siquiera pueden responder un examen con un criterio propio, realizar una exposición sin depender de un escrito aparte!

Algunas de estas “mamás” pretenden lograr el máximo resultado al menor esfuerzo, buscan al compañero/a más o menos aplicado para que le “ayude” (le dé haciendo) en el examen, ruegan a todos los santos que conozcan que en los trabajos en grupo les toque con gente que exponga para así salvarse; estas personas aprovechan de alguna debilidad del/la docente para ver si logra “ablandar” con adulaciones o invitaciones a comer, estímulos que las dan “justo” días antes del decisivo examen.

Ante esta situación, lamentablemente inevitable, sólo queda esperar la inevitable ceremonia de graduación (porque algún día se graduarán, por lo menos algunas) en donde miraremos nuestros rostros y las grabaremos para que, con el paso de los años sepamos qué tipos de colegas o competidoras tendremos. Personas que aunque tengan un cartón que avala un conocimiento que no tienen, se sentirán orgullosas de decir que son profesionales “por mérito propio”.

Ausente


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